Dolor
Yo y mis dolores tontos, auto inflingidos. ¿Cómo llegué a esto?, a sentirme líquida por dentro, a tener la sensación de embrión que es lentamente abortado de un vientre que no lo desea, y que luego de dejarlo caer en mil pedazos, sale a al calle como si nada, pensando en lo bien que continuará su vida sin esa carga que ya no existe, que nunca importó. Que luego vestirá un traje azul y bailará toda la noche en una fiesta infinita, mientras los pequeños bracitos se pudren en una bolsa de basura, única testigo de esa vida que nunca fue.
Hoy veo la realidad con ojos llenos de sangre. No veo claro, no tengo valor, me estoy llenando de rabia para poder sobrevivir, porque si no lo hiciera, me desvanecería como una hoja de invierno. La rabia me mantendrá alerta, me repondrá las heridas, me sanará el corazón que ahora no late porque quedó sin sangre. Acumulo rabia para poder ponerme a la altura de quien me hizo daño, para poder pensar como él, poder comprender cómo es capaz de andar por la vida sin remordimientos, cómo es capaz de reír sin pensar en las lágrimas que obligó a estallar.
Me lleno de odio tapizando mi pared con su deslealtad, viendo en sus ojos impenetrables, sintiendo su piel pegada a otra piel, su sonrisa para otra sonrisa, su gracia para otra gracia. Me descargo de cualquier amor, de ese que me hizo parir una estrella, ese q me hizo permanecer despierta hasta tarde sólo para acompañarlo con una taza de té, que me hizo recibirlo en mi casa cuando su ropa era vieja y maloliente, que lo convirtió en el centro de mi orgullo, de lo que era ser grande en la vida.
Luego, cuando el odio se seque, me levantaré, me sacudiré el barro, y celebraré una vez más a la vida y sus notas musicales.
Pero hoy, no.